XO MARIASA
¡Suéñalo, créelo y vívelo! Soy una apasionada del arte y la naturaleza, traduzco y escribo en mi tiempo libre, me encanta decorar mi hogar, amo el atardecer, actualmente el café y disfrutar tiempo de calidad con mi familia y amigos.

SIEMPRE HAY UN PLAN B

 



Crecemos inevitablemente, con un fuerte apego a un plan A, es decir, una idea de cómo sera nuestra vida y qué debemos hacer para lograr nuestras metas bien definidas. Por ejemplo, haremos cuatro años en la facultad de derecho, luego nos mudaremos al oeste, compraremos una casa y formaremos una familia. O vamos a la escuela de medicina durante siete años, luego vamos a otro país y nos formamos en nuestra especialidad de interés y esperamos jubilarnos a los cincuenta. O nos casaremos y criaremos a dos hijos con énfasis al aire libre y en hacer el bien en el mundo. Pero luego, para algunos de nosotros, y en un nivel, resulta que todos nosotros  hemos cambiado a otros planes. Una lesión repentina pone una determinada carrera para siempre fuera de su alcance. Un divorcio inesperado  o cometer un pequeño  pero significativo error que cambia todo sobre lo crucial que nos ven los demás. Y así, rápidamente, nos encontramos con que tenemos que renunciar por completo al plan A. Darse cuenta puede resultar devastador, sollozando o aterrorizados, nos preguntamos ¿Cómo pudieron haber sido así las cosas? ¿Quién podría haber predicho que tendría que terminar en una situación tan triste y lamentable? Alternativamente lloramos y nos enojamos ante el giro de los acontecimientos.


Es en esos momentos que deberíamos, incluso cuando las cosas parezcan tranquilas y esperanzadoras, considerar una de las habilidades más vitales de la vida: la de desarrollar un plan B.

El primer elemento implica reconocer plenamente que nunca estamos maldecidos por tener que hacer un plan B. Los planes simplemente no funcionan todo el tiempo. Nadie pasa por la vida con todo su cuidadoso plan A intacto. Regularmente surge algo inesperado, no sólo para nosotros, sino para todos los seres humanos. Simplemente estamos demasiado expuestos a los accidentes, demasiado faltos de información y demasiado frágiles en nuestras capacidades para evitar algunas avalanchas y trampas graves.

El segundo punto es darnos cuenta de que, a pesar de los momentos de confusión, somos eminentemente capaces de desarrollar un plan B muy decente. Tenemos enormes capacidades para actuar y adaptarnos. El camino que tenemos por delante puede estar bloqueado, pero tenemos un margen considerable para encontrar otras rutas. Puede que una puerta se cierre, pero realmente hay muchas otras entradas para probar. No tenemos un solo camino en esta vida, aunque a veces nos aferramos con mucho fervor a una imagen de todo lo que debería y debe ser.

Somos especies profundamente adaptables. Tal vez tengamos que abandonar la ciudad para siempre, tal vez tengamos que renunciar a una ocupación que dedicamos durante una década, tal vez sea imposible permanecer con alguien en quien invertimos tanto. Puede parecer desesperado, hasta que redescubramos nuestro músculo latente del plan B. En realidad, existe la posibilidad de mudarse, de empezar de nuevo en otro país, de encontrar a otra persona, de sortear este desastroso acontecimiento. No hubo un guión escrito para nosotros en el momento de nuestro nacimiento, y tampoco es necesario que haya uno solo en el futuro. Cuando ejercitamos nuestro músculo del plan B, nos ayuda a familiarizarnos con las vidas de muchas otras personas que tuvieron que desechar el plan A y empezar de nuevo: la persona que pensó que estaría casada para siempre y de repente no lo estuvo... y se las arregló; la persona que era reconocida por hacer lo que hacía, tuvo que empezar de nuevo en un campo radicalmente diferente y encontró la manera, etc. 

En medio de estas historias, es probable que encontremos algunas personas que nos digan, muy sinceramente, que su plan B terminó, eventualmente, siendo mejor que su plan A. Trabajaron más duro para lograrlo, tuvieron que cavar más profundo para encontrarlo y tuvo menos vanidad y miedo dentro de el. Fundamentalmente, no necesitamos saber ahora cuál podría ser nuestro plan B. Simplemente deberíamos reflexionar sobre todos ellos ahora o anticipar cada frustración que pueda surgir en nuestro camino; simplemente deberíamos sentirnos seguros de que, si el universo lo ordenara, sabríamos cómo encontrar un camino muy diferente.

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