XO MARIASA
¡Suéñalo, créelo y vívelo! Soy una apasionada del arte y la naturaleza, traduzco y escribo en mi tiempo libre, me encanta decorar mi hogar, amo el atardecer, actualmente el café y disfrutar tiempo de calidad con mi familia y amigos.

EL ARTE DE ESTAR SOLA



Después de mi divorcio, mi vida cambió por completo. He empezado a hacer todo por mí misma: vivir sola, comer sola, salir sola, averiguar las cosas por mi cuenta. Para ser honesta, ya no recuerdo la última vez que fui a un viaje que haya sido planeado por mi. Bueno, no estoy particularmente orgullosa de eso, pero era exactamente lo contrario de lo que soy ahora. 

Antes de casarme solía ser exageradamente extrovertida o al menos así es como quería que otras personas me percibieran desde principio de mi adolescencia hasta cumplir mis 20 años. Asustada de estar sola, asustada de que la gente juzgue si alguna vez hice las cosas sola. Así que decía que sí a casi a todo lo que la gente me pedía, desde quedarme fuera de casa hasta la madrugada para las fiestas, o incluso simplemente ser parte de la multitud era mejor que pasar tiempo disfrutando de mi propia compañía.

Pensaba que cuanto más abrazaba esta frenética actividad social, más cool me volvería. Probablemente solo estaba tratando de encajar o, tal vez, estaba usando a otras personas para escapar de esa molesta sensación de soledad que parecía colarse cada vez que estaba sola.

Hasta que ya no pude más…

LO DESCONOCIDO 

Todo comenzó a desentrañarse cuando me mudé por primera vez a los Estados Unidos. Me casé, formé una familia y 16 años después, me separé. Durante el proceso de mi divorcio, me mudé a vivir sola, el hecho que no tenía a mi familia cerca de mi durante mi divorcio, hizo que mi situación se sintiera mas desagradable. No podía sentarme con mis sentimientos y estaba luchando para lidiar con el dolor. Algunas personas se recuperan con nuevas relaciones justo después, con la esperanza de encontrar a otra persona para llenar el vacío. Mientras que otros como yo eligen pasar por la soledad. Me di cuenta de que nunca había aprendido a estar cómoda en mi propia compañía. Antes solía encontrar consuelo en los demás, apoyándome sobre ellos para que me trajeran felicidad y    cuando no tenía a nadie, me olvidaba de cómo ser feliz.

Así que, por voluntad propia, me lancé a hacer muchas actividades en solitaria como fuera posible, ya que estaba tratando de mostrarme a mí misma que puedo ser independiente y feliz sin esperarlo de alguien más.
Es una extraña paradoja que a raíz de perder a alguien encontremos partes de nosotros mismos que fueron enterradas bajo el ruido de nuestras vidas.

EL ESPACIO 

Cuanto más me dedico a estas actividades, más entiendo y aprecio el verdadero significado de soledad. No se trata solo de hacer las cosas sola en el estado de estar sola, se trata de abrazar el espacio que se crea para la introspección y el autodescubrimiento. Por supuesto, cosas como tener un trabajo que realmente amo y disfruto, me ha ayudado a recuperar mi independencia de alguna manera, pero el acto en sí no solo resuelve milagrosamente todos mis problemas cuando no hay nadie más alrededor y nada que me distraiga mis pensamientos, y emociones no tienen dónde esconderse.

Lo bueno, lo neutral y lo malo, es que ya no podía poner una fachada, sino que me podía enfrentar cara a cara con mi verdadero yo, que en ese momento estaba confundida sobre su identidad como individuo y había perdido su sentido de sí misma porque había dado gran parte de su valor a los demás. Demasiado agradable solo para que pudiera ser amada por todos, pero en el fondo todavía era una niña que era insegura de sí misma y necesitaba validación y afecto por los demás.

Pasé tanto tiempo descuidando esta verdad usando el ruido del mundo para evitar mi propia voz interior. No fue fácil de aceptar, pero sé que necesitaba abrazar la verdad para superar mi pasado. Pero por mucho que la soledad me ofrezca, el tiempo y el espacio para reflexionar y crecer, no es la respuesta a todas mis preguntas, después de todo, no somos una isla. No estamos hechos para vivir solos. Estamos hechos para formar relaciones y construir comunidades.




A veces todavía puedo sentirme sola, pero estoy agradecida de tener amigos con los que me siento cómoda siendo yo misma sin necesidad de tratar de encajar. Ellos me han hecho darme cuenta de lo fácil que pueden ser las relaciones cuando estás rodeado de las personas adecuadas, y que en realidad no necesito llevar todo el peso yo sola. Está bien apoyarse en la gente y pedir ayuda. He empezado a apreciar la idea de encontrar el equilibrio en estos días. No hay necesidad de glorificar ser capaz de hacer las cosas sola, ya que no hay vergüenza en buscar la calidez de la compañía. Podemos abrazar tanto la soledad como una compañía por igual de todo corazón. Cada una tiene su propio valor y belleza única, porque son esos momentos de reflexión y de compartir la risa en la profundidad de las soledades y la riqueza de conexiones  para entender mejor todo el espectro de la vida. 

Comments

  1. Hola María, lo primero es agradecerte tu visita a mi blog, y ahora que conozco el tuyo, es felicitarte por tu espacio, tan lleno de experiencias, espontaneidad, autenticidad y, por ende, de sabiduría, la que sirve a quien resuene con tus interesantes temas, como me pasó con este de la soledad. Gracias por hablar con lujo de detalle de tus vivencias, al menos a mí, me ayuda mucho.

    Un abrazo grande.

    Paty

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